Triunfal regreso de la Virgen de las Angustias a su Parroquia
Dos semanas llevaba su barrio y su Parroquia sin ella. Dos semanas en las que todo parecía transcurrir como siempre, pero el pasado domingo se comprobó que la feligresía de la Inmaculada no siente lo mismo sin su Reina de las Angustias en casa. Tras doce días en el Convento de Santa Clara durante los cuales la Virgen presidió los cultos de clausura del Año Jubilar clariano y se celebraron los tradicionales cultos en su honor, la Bendita Imagen atravesaba el arco de medio punto del monasterio pasadas las ocho de la tarde, no sin antes despedirse sin sus hermanas clarisas entre cantos, vivas y aplausos. “Es vuestra”, decía la Madre Abadesa del Convento al despedirse de la Hermandad.
Un amplio cortejo de hermanos con cirio, en su mayoría niños y jóvenes, conformaban el cortejo seguido del banderín del grupo joven y el estandarte y junta de gobierno de la Hermandad del Martes Santo. Con paso decidido la Virgen avanzaba por las principales calles del centro. En la calle Pérez Galdós, el grupo joven de la Hermandad del Dulce Nombre espera a la Imagen con un ramo de flores blancas. Fue precisamente el coro de esta Hermandad el que puso la nota musical al rezo del Santo Rosario durante el traslado de regreso.
En menos de una hora la Virgen abandonaba el centro de la ciudad, alcanzando la plaza de San Mateo en torno a las nueve de la noche. Fue el momento del reencuentro de las personas más mayores del barrio que bajaban al encuentro de su Reina. La oscuridad de la calle Cristóbal Colón y la cara de la Virgen iluminada por los seis candeleros de las andas incitaban al recogimiento ante la Imagen. Una lluvia de pétalos en esa misma calle daba la bienvenida a la Virgen de las Angustias a su barrio. Lucía la Virgen manto blanco y la conocida como “saya de las perlas” también del mismo color. Las andas iban exornadas con las flores, nardos y rosas blancas, que el viernes anterior habían sido entregadas a la Virgen en el Convento por sus hermanos, devotos y vecinos.
A las 10 menos cuarto, algo antes de lo previsto, la Virgen entraba en la calle que recogió los momentos más emocionantes y bellos de la jornada. Veinticinco años se cumplen de la llegada de la Imagen a Alcalá y su barrio lo quiso festejar demostrando su fe infinita a la Bendita Imagen que los protege durante todo el año. Banderas blancas y azules, gallardetes con el escudo de la Hermandad y el anagrama de María, arcos de flores de papel, balcones y ventanas adornadas, altares con la foto de la Virgen… la calle Écija se convirtió el pasado domingo en un Santuario en honor de su Reina. En cada portal, Nuestra Señora de las Angustias se paraba y el coro entonaba las sevillanas en su honor. No era Martes Santo, pero como dice el estribillo “un barrio entero” la estaba esperando. Los aplausos, los vivas, las lágrimas… se repetían a lo largo de la calle.
Cientos de vecinos continuaron su caminar en torno a la Dolorosa hasta su llegada a la Parroquia de la Inmaculada, pasadas las 10 y media de la noche. La Virgen se acercaba a su capilla para reencontrarse con su Hijo del Perdón y el Apóstol Amado. Tras las letanías del Rosario y las palabras del nuevo Director Espiritual de la Corporación, el canto de la Salve ante la Imagen ponía broche final a unas jornadas históricas que se mantendrán presentes en la Hermandad durante mucho tiempo y que han servido para afianzar, aún más si cabe, la relación con la congregación de hermanas pobres de Santa Clara y para demostrar a toda Alcalá la consolidación de la devoción a la Santísima Virgen de las Angustias en su barrio.