María José Gravalosa: “Hay jóvenes que dudan profundamente que la vida sea un don”
En la víspera de la VIII Exaltación Eucarística de Alcalá de Guadaíra, que se celebrará este viernes a las nueve de la noche en el Convento de Santa Clara, la mujer designada para ofrecer este pregón, María José Gravalosa, analiza la importancia de la presencia de la adoración al Santísimo en la sociedad y en el seno de las hermandades y cofradías. Además, Gravalosa, profesora de profesión, también nos habla del papel de las hermandades en la actualidad.
¿María José, qué supone para ti exaltar la Eucaristía?
No es la primera vez que me enfrento a la tarea de escribir un pregón, pero en esta ocasión, al comenzar mi labor, el motivo del mismo me atenazaba y me comprimía el corazón con tal fuerza que llegaron dudas y miedos. ¿Cómo exaltar a quién es la misma Exaltación? ¿Qué palabras podía emplear para alabar al que es la Palabra con mayúsculas? ¿Cómo poner en lo más alto al que fue elevado por Dios, elevándolo sobre todo y concediéndole el nombre sobre todo nombre? Pero a medida que he ido trabajando y profundizando en él, llegó la calma y la paz a mi interior. Ha sido para mí un honor poder dirigirme a mis hermanos para hablar del amor de Dios hecho pan en la Eucaristía y proclamar a los cuatro vientos la festividad del Corpus Christi.
¿Cuáles serán las líneas maestras de tu pregón?
El pregón está cargado de reflexiones en torno al significado de la Eucaristía, de la necesidad de que Jesús salga a nuestro encuentro y se quede con nosotros y al mismo tiempo que nos impulse a manifestar su presencia, que se hace patente en nuestras calles en la festividad eucarística del Corpus Christi.
¿Cuál crees que es hoy día el papel de las Hermandades y Cofradías en nuestra sociedad tan secularizada?
Si la sociedad ha abandonado los signos, valores y comportamientos que se consideran propios o identificativos de una confesión religiosa, como consecuencia de una ideología laicista que pretende relegar la fe a la esfera de lo privado, oponiéndose a su expresión pública, las hermandades, con una laicidad bien entendida, no tratan de convertir normas religiosas en leyes civiles, pero sí procuran que los ciudadanos católicos aporten su concepción de la persona y de las relaciones sociales, sin olvidar que su razón de ser no es otra que manifestar públicamente la fe.
¿Piensas que tiene sentido, precisamente en el contexto de dicha sociedad, la Adoración al Santísimo Sacramento?
Sí, por supuesto, Jesús quiere acompañarnos, porque quiere compartir con nosotros y que compartamos con Él nuestras penas, nuestras alegrías, nuestras esperanzas, nuestras frustraciones, nuestros miedos, nuestras ilusiones y eso es lo que hacéis de una manera especial los adoradores, sustituirnos a todos los demás, que a veces, por pereza, por agobio, por no parar, quizás no nos acercamos tanto a hacerle compañía y vosotros la hacéis, en nombre de todos.
¿Qué dirías a los jóvenes para que se acerquen a las hermandades, a la Iglesia, a Jesús Sacramentado?
Hay jóvenes que dudan profundamente que la vida sea un don y no ven con claridad su camino.
La luz de la fe ilumina esta oscuridad, nos hace comprender que nuestras vidas tienen un valor inestimable, porque son fruto del amor de Dios y es la Eucaristía la fuente de nuestra vida de fe, la que nos da fuerza, detenerse en la escucha y el diálogo con Jesús, presente en el sacramento, nos impulsa a hacer el bien, a servir a los demás, a entablar una amistad cada vez más profunda con Cristo.
Por otra parte, en las hermandades y en los grupos parroquiales, los jóvenes ya tienen alzadas sus manos dispuestos a recoger la antorcha de sus mayores para continuar su labor, sin duda mejorándola.