La Virgen del Socorro: Cirinea, Educadora, Servidora, Protectora, Reina y Madre Nuestra
Este ha sido, sin duda, un mes de octubre especial para la Hermandad y Archicofradía Sacramental de Jesús Nazareno. Pues en él se han cerrado las celebraciones del “Año Jubilar” de María Santísima del Socorro, con motivo del Setenta y cinco aniversario de la bendición de su actual Imagen, de esta advocación cuatro veces centenaria en esta Hermandad.
En el museo de la ciudad, desde el 1 de octubre y hasta el 17, se ha mantenido una exposición monográfica dedicada a la Virgen del Socorro, con un recorrido histórico, devocional y artístico de más de tres siglos.
El pasado día 9 de octubre, “Viernes de Jesús”, D. Manuel María Roldán Roses, Sr. Cura Párroco y Director Espiritual de la Hermandad de Jesús, bendecía la Toca de sobremanto que regalaron a la Virgen los jóvenes de la Junta Auxiliar; muestra de amor hacia la Virgen del Socorro, Titular de la Hermandad. La Agrupación Parroquial de la Divina Misericordia le regaló una cruz de Santiago con una rosa engarzada, ambos en plata, simbolizando la Pasión de Jesús y el acompañamiento de María siempre junto a su Hijo.
Y durante los días 15 al 18 de octubre, se han celebrado los Cultos de Gloria conmemorativos del 75 aniversario: Triduo, con ofrenda floral, y Función Solemne.
Triduo Conmemorativo
Durante los días 15, 16 y 17 se ha celebrado el Triduo, con celebración de la Eucaristía, celebrándola y ocupando la Sagrada Cátedra, tres sacerdotes, alcalareños y hermanos de la Hermandad de Jesús Nazareno. Todos han vestido la túnica de la Hermandad.
El Primer día de Triduo, la predicación estuvo a cargo de D. Adrián Sanabria Mejido, Vicario Episcopal para la Nueva Evangelización, que fue miembro de la Junta Auxiliar y Junta de Diputados en las décadas de los ochenta y noventa. Su prédica, muy vivencial, de las que llegan a lo más profundo del corazón, mostró a la Virgen del Socorro como cirinea, ayudándonos a soportar el peso de nuestra cruz, acompañándonos siempre, socorriéndonos. El Vicario Episcopal puso de manifiesto que el mejor legado de la efemérides que celebramos es la puesta en marcha por parte de la Hermandad, del Centro de Recursos Infantiles “Ropero Virgen del Socorro”, desde el que se está ayudando, socorriendo, a tantas familias necesitadas. Antes del rito de despedida, D. Juan Manuel Ruiz Portillo, Hermano Mayor de la Hermandad de Santa María del Águila Coronada, entregó a D. Vicente Romero Gutiérrez, Hermano Mayor de Hermandad y Archicofradía Sacramental de Jesús Nazareno, un jazmín de oro, como regalo para la Virgen del Socorro.
El Segundo día de Triduo, la predicación estuvo a cargo de D. Gustavo Martagón Ruiz, Padre Salesiano, en la actualidad director del Colegio Salesiano “San Ignacio” de Cádiz. Su prédica fue doctrinal, teológica, recordándonos que la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro y Mediadora. Y nos mostró a María Santísima del Socorro como Madre “en acción”, volcada hacia nuestra indefensión. Nos recordó que en la solidaridad/caridad con las miserias humanas, se muestra que somos auténticos hijos de María Santísima del Socorro. Igualmente, antes del rito de despedida, D. Fernando Casal Mancera, Hermano Mayor de la Hermandad Sacramental de la Borriquita, realizó una ofrenda floral a la Virgen del Socorro y entregó a D. Vicente Romero, también un presente para la Virgen, conmemorativo de la efemérides que la Hermandad de Jesús celebra.
El Tercer día de Triduo, la predicación estuvo a cargo de D. Fernando Báñez Martín, Padre Salesiano, en la actualidad director del Colegio Salesiano “San Pedro” de Triana. Con una prédica sencilla, con ejemplos, nos ayudó a descubrir cuatro características de la Fe de María: 1) Fe como confianza que lleva a entregar la vida. 2) Fe que le lleva a esperar contra toda esperanza. 3) Fe que persevera en la vida diaria. 4) Fe vivida en la oscuridad, que le hace seguir de pie, confiando en Dios, en los momentos de sufrimiento. Todo ello es así porque la Virgen cree en Cristo Resucitado. Tras la comunión, antes del rito de despedida, se realizó la Ofrenda Floral a la Virgen, en la que María Santísima del Socorro recibió numerosísimas muestras de cariño, simbolizadas en bellos ramos de flores.
La Función Solemne
El domingo 18 de octubre, como cierre a los Cultos de Gloria, tras el Triduo conmemorativo del 75 aniversario de la bendición de la actual Imagen de María Santísima del Socorro, y la ofrenda floral, se ha celebrado la Función Solemne.
El altar de cultos era bellísimo, cuidando hasta el más mínimo detalle. Y la Virgen aparecía refulgente, luciendo la nueva Toca de sobremanto y los regalos recibidos por su setenta y cinco aniversario.
Comenzó la Función a María Santísima del Socorro, con una sonrisa en los labios de la Virgen, que tras la misa de los niños, vio cómo fueron muchos los que se acercaron a besar nerviosos y contentos sus cálidas, protectoras y maternales manos.
En el rito inicial, tras el saludo al pueblo, el Sr. Cura Párroco y Director Espiritual de la Hermandad, D. Manuel María Roldán Roses, indicó que “reunidos para celebrar la Eucaristía en este Domingo del Domund, en este domingo tan mariano para nosotros, en el que tenemos tan presente a la que es Madre María Santísima del Socorro, vamos a reconocer la permanencia y la labor de unos hermanos nuestros que después de setenta y cinco años, el Señor los mantiene a nuestro lado en el peregrinar de Nuestra Archicofradía.”
Subió hasta el ambón D. Ángel Gutiérrez Oliveros, Secretario 1º, para dar lectura al acta, en la que se recoge el acuerdo de nombramiento de Hermanos Predilectos, adoptado por la Junta de Gobierno, en Cabildo de Oficiales, de la Antigua, Fervorosa, Real e Ilustre Hermandad y Archicofradía del Santísimo Sacramento, Ánimas Benditas, Nuestro Padre Jesús Nazareno, María Santísima del Socorro y San Juan Evangelista.
Concretamente, fueron nombrados Hermanos Predilectos D. Miguel López Artíguez, D. Manuel Vicente Gómez Galindo y Dª Ana Fernández Ruiz, en reconocimiento a la admirable trayectoria de estos insignes hermanos que han cumplido 75 años de permanencia consecutiva en la Hermandad, siendo ejemplo de fidelidad y devoción a los Sagrados Titulares. Fueron acercándose al altar, conforme eran nombrados, siendo recibidos y felicitados por el Reverendo D. Manuel María, y a continuación recibieron de manos del Hermano Mayor, D. Vicente Romero Gutiérrez, una placa conmemorativa, y su felicitación.
En la Liturgia de la Palabra, realizó la lectura del evangelio el Padre Salesiano y hermano de esta Hermandad, D. Fernando Báñez Martín. El Evangelio de este día, era el de San Marcos (10, 35-45), en el que se nos muestran las debilidades y defectos de los discípulos y cómo el Señor les dice que “el que quiera ser grande, sea vuestro servidor”. Así como que Él no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate de todos.
La predicación la realizó el Rvdo. D. Manuel María Roldán Roses. Para comprender la grandeza, de su predicación, hay que tener en cuenta que es profesor de Antropología Teológica en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas “San Isidoro y San Leandro” de Sevilla. Pertenece al Instituto Secular de los Sacerdotes Diocesanos de Schoenstatt, por lo que posee una fortísima espiritualidad mariana, considerando a la Virgen, no solo como Reina y Madre, sino especialmente como Educadora en la Fe. Además, en este día, 18 de octubre, coinciden varias cosas: 1) Celebramos la Función Solemne con la que se cierra el “Año Jubilar” de la Virgen del Socorro; 2 ) Es el día del Domund; 3) El Evangelio leído nos muestra que debemos servir a los demás; 4) El día 18 de cada mes, se celebra el día de la Alianza de Amor del Padre Kentenich (fundador de Schoenstatt) con la Santísima Virgen María en la capilla de San Miguel. Por lo que a buen seguro, predicar en esta Función Solemne a María Santísima del Socorro, ha debido ser un auténtico regalo para él.
Por ello, por la profundidad, pedagogía y belleza del contenido de su prédica, he considerado oportuno realizar una transcripción literal, pues su lectura pausada nos proporcionará mensajes muy importantes sobre la Virgen, su papel como Madre Nuestra, como modelo de referencia y educadora en la fe, como misionera, y como socorro del que tiene necesidad.
Parece mentira que en el evangelio que hemos escuchado hoy, estos apóstoles, discípulos de Jesús, que llevaban con él desde el principio, y que ya habían comprendido que Jesús era el Mesías, pero que Jesús les había corregido en repetidas ocasiones de que su mesianismo no era triunfalista, sino que había anunciado su Pasión, parece mentira que le pidan, a estas alturas, que quieren estar uno a su derecha, otro a su izquierda, cuando Jesús esté en su Gloria.
¿Con qué derecho le pedirían ellos ese privilegio de estar tan cerca de Jesús? ¿Qué derecho tendrían? ¿Con qué derecho se creerían que podían pedirle esto al Señor? Y sin embargo, en el otro extremo de la pretensión contemplamos nosotros a la Madre de Jesús, a la que veneramos nosotros con tanto cariño y amor con el Título de Socorro. En el otro extremo tenemos a María, que sí que podía haber tenido alguna pretensión. Además, como dice el Salmo: “De pie a su derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir”.
Ella era la reina y Jesús era el Mesías. Sin embargo, encontramos silencio, humildad, en María al lado del Señor. ¿Cuántos gestos vería, signos, milagros? ¿Cuántas noticias le llegarían a ella de los portentos, de las palabras de Jesús, de cómo era aclamado por las multitudes, de cómo dejaba callados a los fariseos y a los escribas? Y sin embargo, María permanece en el ocultamiento, en la humildad, en el silencio de Nazaret.
Con el mismo silencio, con el mismo recogimiento, con el mismo espíritu de obediencia que Ella había prestado en el anuncio del Ángel, permanece durante toda su vida. Va descubriendo también cuál es su misión. No solo la de ser la Madre de Jesús, la Madre del Mesías, sino también la de ser la Madre de los amigos de su hijo Jesús. Aquí lo podemos nosotros comprender, cuando están todos juntos en las Bodas de Caná. Ella es la Madre de Jesús, la madre de sus discípulos, la madre de todo aquél que se relacione con su hijo. Ella es el Socorro de todos los que pasan alguna necesidad, los que se encuentran con dudas, los que sufren algún desvanecimiento. Y sin embargo, ninguna pretensión. Llena de humildad y de confianza, de pie a su derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.
¿Cuántas veces la contemplamos nosotros así en la Capilla Sacramental? De pie, a su derecha, está la reina y está en silencio. Está con sus ojos, la Madre del Socorro, mirando a sus hijos.
Si en alguien se cumple el evangelio que hemos escuchado hoy, además de por supuesto en Jesús, el Hijo de Dios, el Hijo del hombre, que ha venido no para que le sirvan, sino para servir, es en María, la Madre de Jesús, la Madre de la Iglesia, la Madre de toda la humanidad doliente. Nuestra abogada y nuestro socorro. Ella comprendió también que servir era reinar. Que si ella era la reina, enjoyada con el oro de Ofir, era para servir. Por eso, su vida es un continuo servicio a Jesús, durante toda su vida oculta. Servicio a Dios que le había pedido aceptar esta misión, tanto en el destierro de Egipto, como en los dolores de Belén, como a lo largo de toda la vida de Jesús, ella es la que sirve, la que está puesta para socorrer, también al pie de la cruz, donde va a recibir la encomienda nueva de su hijo, de ser Madre de todos los creyentes. Ella comprendió con su vida, con su testimonio, que estaba allí para servir. Y ella da también su vida en rescate por todos. Da su vida desde el momento que da el sí al Ángel enviado por Dios.
Desde ese momento, sin dudas, sin vacilaciones, sin pensamientos que pudieran llevarla a no comprender bien su misión, sino siempre constante y perseverante, María comprendió que su vida era un servicio.
Su lema: “Aquí está la esclava del Señor.” He venido para servir y no para que me sirvan. He venido a dar mi vida. Yo también, junto a la de mi hijo Jesús, en rescate por todos. Jesús da su vida en la cruz. María da su vida también, místicamente, al pie de la cruz, para engendrar nuevos hijos, los hijos de la Iglesia, los hijos de la humanidad reunida y amada intensamente por su hijo Jesús.
Estamos también hoy celebrando, queridos hermanos, el Domingo de las Misiones. Cada año coincide con esta fiesta nuestra, en la que conmemoramos a nuestra Madre Bendita del Socorro, la fiesta del Domund, del Domingo Mundial de las Misiones. ¿Y quién es María, sino la gran misionera?
Ella es la gran misionera, la que va a estar detrás de Jesús. ¿Cómo hubiera podido llegar Jesús al inicio de su vida única, sino con la sombra de María?
Quizá no pensamos en esto, pero ella no solo lo dio a luz, lo cuidó, lo enseñó, lo llevó a la sinagoga hasta los 13 años con ella, y luego en la Sala Central, con los hombres.
¿Cuántas veces ella lo cuidó, tanto en sus cuestiones materiales, como también en las largas horas de oración y de contemplación de Jesús?
Ella es la gran misionera que va a estar también con los hermanos de su hijo Jesús. Ella es la que va a implorar la Efusión del Espíritu Santo para transformar a aquellos hombres cobardes y timoratos, que habían abandonado a su hijo, en apóstoles. Ella es la que con su ejemplo y su oración, va a poner en pie, en medio de las plazas a los mártires, para dar testimonio de su hijo Jesús. María, sin duda, es la gran misionera. Y ella, por eso, queridos hermanos, tiene que ser para nosotros también nuestra Madre Bendita del Socorro.
Contemplándola a Ella, nosotros podemos saber, como nadie, lo que es servir. ¿Cuántas veces pensaremos que nos merecemos esto, lo otro y lo de más allá? ¿Qué méritos tenemos nosotros? ¿No es mejor parecernos a nuestra Madre Bendita del Socorro, que a aquellos dos jóvenes discípulos que tardaron en comprender que servir es reinar, que dando la vida es como se recupera?
Por esto, queridos hermanos, ella es la que nos enseña. También, nuestra educadora en la fe, en seguir a Jesús. Nos enseña a servir con desprendimiento, con silencio, ocultándonos, poniéndonos a la sombra, en un según o tercer puesto o lugar. Sin pretensiones de ningún tipo. Porque ella puso su confianza en el Señor y ella nos enseña, también, a nosotros a poner nuestra confianza en el Señor.
¿No debíamos nosotros también hacer nuestro el lema de nuestra madre de “Aquí está la esclava del Señor? ¿No tendríamos nosotros, también, que decir cada día al despertarnos: “Señor, aquí está tu servidor?
He venido a cumplir tu voluntad, quiero servir y servirte en los hermanos, en el silencio, en la humildad y en el ocultamiento.
¿No debíamos mirar también a nuestra Madre Bendita del Socorro para aprender nosotros a ser misioneros?
Ser misioneros no es una función de la Iglesia: es su esencia. Nos decía el Beato Pablo VI: “La Iglesia existe para evangelizar”. La misión le es, por lo tanto, consustancial. Es la manera de vivir, de sentir, de amar a Dios y de amar a los hermanos.
Porque como decía la Beata Teresa de Calcuta, no hay mayor pobreza en el mundo, que no conocer a Jesucristo.
María nos muestra a Jesús. Ella, como la gran misionera nos muestra a Jesús. Y ella nos presenta también a nosotros a su hijo. “Les faltan muchas veces el amor, la fuerza, la confianza para seguirte. Por eso María tiene que ser para nosotros una educadora y un modelo de responsabilidad, de coherencia, de compromiso con la misión.
¿Dónde está nuestra misión? Aquí, ahora, en el seno de nuestra hermandad, en nuestra Alcalá, sintiéndonos y actuando como cristianos, en medio de una cultura descreída, y en medio de una sociedad que ya no es cristiana. Aquí está nuestra misión. Y nuestra misión también está en rezar y apoyar a tantos hermanos nuestros: los misioneros.
España es el país que más misioneros tiene en el mundo (13.000 misioneros, entre sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos) que llevan el anuncio del Evangelio, la alegría del Evangelio, el rostro misericordioso de Jesús a todos los pueblos, en todos los rincones, donde hay más dolor y desolación.
Por ello, queridos hermanos, al término de este año que ha sido para nosotros un año Jubilar, un año en el que la figura de nuestra Madre ha estado, si cabe, aún más presente. Al término de estas celebraciones que hemos tenido y de las que nos gozamos, al término de todo esto, debemos llevar a María en nuestro corazón. Así no desfalleceremos. Estamos seguros de que ella es nuestra madre, y Nuestra Madre Bendita del Socorro; la que nos pone con Jesús, la que nos habla a nosotros de Jesús.
Al término de estas celebraciones, ¿no es bueno aprender a servir, como ella sirvió, sin esperar nada y dándolo todo?
Al término de estas celebraciones, ¿no es también para sentirnos amparados por nuestra madre, acompañados por ella, para ser también nosotros misioneros? Misioneros de la Misericordia, como dice el lema de este año del Domund. Testigos, en definitiva, de la Misericordia del Señor, de la que el mundo está ahíto, porque se ha pasado al otro extremo de dónde se encuentra el Señor, a la otra orilla.
Por eso, queridos hermanos, es día de felicitarnos, de abrazarnos, de alegrarnos, de echar la vista atrás, pero también es día de echar la vista hacia adelante. De sentirnos convocados, de sentirnos consagrados y de sentirnos enviados por el Señor y acompañados también por nuestra Madre Bendita. Con ella nada nos va a faltar, porque es la Bendita Madre del Socorro.
Con sus bellos cantos, la Coral Polifónica de Nuestro Padre Jesús Nazareno, magistralmente dirigida por el Padre Manuel Ángel Cano, ha contribuido a engrandecer esta Función Solemne.
Tras la didáctica y pedagógica prédica, el bello canto “Salve Regina” nos llega con toda su intensidad. Finalmente, se formó una cola enorme para besar a la que es Cirinea, Educadora, Protectora, Servidora, Misionera, Reina, Madre y Socorro de Alcalá.
Con esta Función Solemne, se cierran los actos conmemorativos del 75 aniversario de la bendición de la actual Imagen de María Santísima del Socorro, cuando los alcalareños aún tienen en sus retinas y corazones, las imágenes y recuerdos del ya lejano día 15 de marzo, en el que el Emmo. y Rvdmo. Sr. Fray Carlos Amigo Vallejo, Cardenal Arzobispo Emérito de Sevilla, presidió la Solemne Función Eucarística de Acción de Gracias. Y aún puede revivirse e incluso respirarse el aroma del amor desbordado, cuando la Virgen del Socorro, paseó por las calles de Alcalá en rosario vespertino, primorosamente llevada en andas, para presenciar la bendición del Centro de Recursos Infantiles “Ropero Virgen del Socorro” y recibir el reconocimiento consistorial con la dedicación de la Calle Herreros, que ha quedado para siempre dedicada a María Santísima del Socorro. La Virgen caminó acompañada por una marea humana. No necesitó palio, ni banda de música, para que una riada de corazones la acompañaran y gritaran en silencio: “Gracias Madre del Socorro. Gracias Socorro de la Mañana”.
Se cierra un período que ha dado muchos frutos materiales y espirituales, en los que la Hermandad de Jesús Nazareno lo ha puesto todo para extender la devoción a la Virgen del Socorro, para formar a sus hermanos y, sobre todo, para que se cumpla el aserto de Jesús “Por sus obras les conoceréis”. A la hermandad la conocemos, desde este año, también, por sus obras de solidaridad/caridad, ejercida a través del Centro de Recursos Infantiles “Ropero Virgen del Socorro” en el que se proporciona a las familias necesitadas: alimentos infantiles, ropa, calzado, juguetes y menaje.