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La Virgen del Rosario realiza una salida procesional que sigue ‘in crescendo’

Probablemente el titular de la noticia no sea el más oportuno periodísticamente hablando, por un lado, o en el ámbito cofrade por el otro, pero  sí refleja sin duda la sensación que les dio a todos los cofrades que fueron a ver a la Virgen del Rosario de Santiago: “la procesión, mejor que nunca”, se llegó a escuchar una y otra vez.

 

La tarde comenzaba con contratiempos, la Banda de la Esperanza de Córdoba avisaba telefónicamente de que llegarían unos minutos más tarde de lo previsto; media hora fue el retraso final, un tiempo que no fue necesario recuperar al final por un ambiente frío o por escasez de público, la Virgen llegó sobradamente acompañada hasta las 11 de la noche.

La primera levantá fue por todos los niños, en especial por los hijos de los costaleros, y por el curso pastoral que se iniciaba en la Parroquia de Santiago el mismo domingo. Comenzaba aquí el derroche de elegancia y buen gusto con el que saben deleitarnos desde Santiago. La primera sorpresa una vez la Virgen está en la calle es la interpretación de ‘Mater Mea‘, una composición que para muchos sobraban, pero que para otros hizo de la calle Isidoro Díaz un punto con el que deleitarse detenidamente. A partir de aquí seguiría un repertorio muy clásico -incluso rozando lo rancio, como diría aquel-, en el que sonarían marchas como ‘Reina de San Román‘ (otra maravillosa revirá para entrar en la Coracha), ‘Jesús de las Penas‘, ‘Cristo del Desamparo y Abandono’, ‘Macarena‘ (de Cebrián) o ‘La Madrugá‘ en la eterna revirá de la calle Pescadería con Alcalá y Ortí, marchas de un corte más serio que se mezclaron con otras de un calado más alegre como ‘Coronación’, ‘Madre Hiniesta’ o ‘Pasa la Macarena’. Sonaron muy pocas marchas de “tachán tachán”, demostrando que hoy día es muy posible completar un gran repertorio huyendo de solos, marchas cantadas o rumbas y sevillanas versionadas.

Pero no todo son las marchas, lógicamente. Un gran número de cofrades acompañaron a la Santísima Virgen desde la salida hasta la entrada, un público que, por otra parte, ya sabe dónde puede disfrutar mejor de la procesión y que colma las calles más estrechas del recorrido en el que las revirás son milimetradas. También es destacable el exorno que presentaron varias calles del recorrido, ya que si bien un grupo de hermanos se encargó de colgar banderolas rojas y blancas por todo el recorrido, balcones y azoteas particulares fueron decoradas por iniciativa de cada vecino, dotando de una mayor belleza si cabe a la procesión, destacando, como no, la calle Sánchez Perrier, última calle del recorrido en la que un cielo inundado de banderitas rojiblancas se vio repleto de pétalos de rosas y fuegos artificiales al paso de la Virgen.

Definitivamente, con una procesión que dejó a todos con un gran sabor de boca y que sacó a muchos la espinita del pasado año -la Virgen tuvo que regresar apresuradamente a la Parroquia bajo un fuerte aguacero-, algunos ya piensan en lo que está por venir en noviembre. La  actividad en la Agrupación no cesa y el Señor de la Divina Misericordia está a punto de entrar de lleno en la vida de muchos…