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La sinceridad de D. Rafael Calderón en su pregón abre con la Semana Santa

«Pero hoy, delante de ti, reconozco que hay tantas cosas que no sé y tanto que no he vivido contigo que me creo indigno de hablarte como lo hago». Así empezaba el sacerdote D. Rafael Calderón el pregón de la Semana Santa, sin huir de su origen, reconociendo no haber vivido tantas y tantas cosas de la vieja Alcalá que podrían haberle hecho escribir un pregón por y para la ciudad, y es que el pregonero reconoció no haber conocido a D. Manuel, ni a Pacho, ni haberse curado con los consejos de D. Paulino, ni tampoco conoció a D. José Luis fundando a la Hermandad de la Borriquita, y así una larga lista de detalles alcalareños desconocidos para él que sirvió como carta de presentación ante un Auditorio abarrotado.

Pero las emociones habían llegado antes, con la presentación profunda y verdadera que Antonio Rivas hizo del pregonero, momento en el que aprovechó para confesar que D. Rafael aceptó ser el pregonero si es que era éste un trabajo para Dios y para los alcalareños.

Antes de comenzar, D. Rafael se fundió en un abrazo con el también sacerdote de Alcalá D. Antonio Guerra -quien estaba al frente del Arciprestazgo antes de la designación del este año pregonero-, momento tras el cual, el segundo se ubicaba en el sillón central del escenario, presidiendo el acto desde el lugar que hasta entonces había estado ocupado por el pregonero.

Vivencias e intimidad

El sacerdote no se guardó para sí sus recuerdos, ni sus momentos de charla con su madre, a quien confiesa hacerle chantaje cuando le recrimina que ponga cofradías en la televisión en pleno verano: «Madre, ¿es que no quieres al Señor y a la Virgen?», y prosiguió relatando cómo montaba cofradías con Playmobils.

Otro de los pasajes destacables fue el dedicado a la Hermandad del Rosario, en concreto a Nuestro Padre Jesús de la Oración en el Huerto. Sirviéndose de una experiencia personal vivida dentro de su ministerio sacerdotal, D. Rafael descubrió la importancia de la presencia de la foto de nuestros titulares en una pared cualquiera, pero recibiendo las cientos de oraciones diarias.

«Soñad la gloria en Alcalá»

Empezaba a sonar el trío final de ‘Pasa la Virgen Macarena’, y defendiendo la multitud de Semanas Santas que existen, tantas como cofrades hay, el pregonero comenzó a invitar a los cofrades a que vivan el sueño de la Semana Santa, y todo ello dando cuenta de una buena cantidad de detalles que le dan forma, y entre los que también hubo espacio para lanzar cierto mensaje reivindicativo: «Soñad, por favor, que nadie os quite vuestro sueño, ni aunque quieran disfrazarlo de turismo o de festejo».

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Espacio para la Paz, Tercera Palabra y Divina Misericordia

Para el reverendo no pasaron desapercibidas las nuevas corporaciones de nuestra Semana Santa y así lo hizo saber. En primer lugar la de Santiago, a quien animó a seguir siendo los «despertadores del Señor», ya que para él, cada Sábado Santo le recuerdan a Cristo que todos lo estamos esperando vivos y resucitado.

Para los jóvenes de la Paz, aquellos que quieren ser los transmisores de Paz, también hubo su momento. A ellos recordó que es tarea de todos luchar por traer esa Paz al mundo y que ésta se convierta en una Estrella que nos lleve a buen puerto.

Y siguiendo con las futuras hermandades, de los hermanos de San Miguel también se acordó el pregonero en su texto, definiéndolos como «unos ángeles que anuncian la defensa del Señor desde el Campo de las Beatas».

La energía de las hermandades de su Parroquia

Lógicamente, de todo el texto, las partes en las que más energía mostró el pregonero fueron las dedicadas a las hermandades de su parroquia, las del Cautivo y Amargura, y a la que habría que añadirle la del Santo Entierro, de la que lanzó un mensaje optimista reconociendo y elogiendo la evolución y cambios que ha sufrido la cofradía del Viernes Santo en los dos últimos años.

Y se cerró el pregón con los versos dedicados a la Hermandad de la Amargura, con los sones de su marcha como fondo musical, desgranando la magia de la entrada del palio en la parroquia en la noche del Jueves Santo, donde Dios espera en el Monumento y en el Sagrario, «en ese lugar donde deberíamos de tener claro que toda rodilla se doble». Y con el verso final de «que así pasen siete días, ya será Semana Santa» concluyó su pregón.