La lluvia nos dejó otra Semana Santa a medias
Cuando acabó la Semana Santa de 2011 todos nos unimos en un deseo: “que la de 2012 sea mejor que ésta”, pero llegó la de 2012 y el destino nos tenía preparado, de nuevo, otro revés de esos que te deja aturdido en los días de pascua. Una Semana Santa que se presentaba con grandes estrenos, magníficas novedades y momentos nuevos de los que disfrutar, y que en el fondo nos deja un sabor agridulce con demasiados contraluces.
Domingo de Ramos, un nuevo palio que disfrutar por San Agustín
El primer gran estreno que vería la luz en Alcalá sería el nuevo palio para Nuestra Señora de la Oliva de la Hermandad de la Borriquita, unas bambalinas adquiridas a la sevillana Hermandad de la Sed y que habían sido restauradas por el taller de Francisco Carrera Iglesias. Aunque éste no era más que el vértice de una pirámide de otros estrenos en los que la cofradía había puesto todo su esfuerzo. Este es el caso del banderín de la juventud, donado íntegramente por el grupo joven de la Hermandad, con bordados de Francisco Carrera y con una pintura central de Jesús Alcarazo y que, finalmente, no pudo ver la luz de la calle.
La Hermandad decidió, después de pedir una prórroga de una hora, y bajo un enorme aguacero que empapaba el patio de San Agustín, no realizar la estación de penitencia. Las esperanzas no sirvieron para mucho en esta ocasión. El novedoso exorno floral del paso del Santísimo Cristo de la Bondad, compuesto por calas, lirios y claveles, deberá esperar para ser contemplado en 2013.
La tristeza también fue la tónica dominante en la Capilla del Carmen del Colegio Salesiano. Si bien la prórroga que la Hermandad del Rosario usó únicamente llegó a la media hora, casi de manera simultánea a la Borriquita, la cofradía salesiana anunció a sus hermanos que no se realizaría la estación de penitencia en la tarde de este primero de abril y las siempre elegantes jarras con rosas blancas no perfumaron las calles de Alcalá.
Y aunque las decisiones eran las que tenían que tomar, el sabor agridulce se acentuaría aún más cuando el cielo abrió a eso de las siete de la tarde, dando paso a una fresca tarde de primavera en la que sí podrían haber salido ambas cofradías.
Martes Santo de fuertes contrastes
La tarde no apuntaba maneras, el día se parecía en demasía al Martes Santo de 2011 y todo hacía pensar que un año más la cofradía del Instituto se quedaría en la Parroquia, pero no fue así. Contra todo pronóstico y cuando la lluvia arreciaba en Sevilla (varias cofradías decidieron no realizar sus estaciones de penitencia en un corto periodo de tiempo), la junta de gobierno de la Hermandad del Perdón decidía salir a la calle, poco más tarde, cuando la cofradía avanzaba por Atilano de Acevedo la lluvia les sorprendió, teniendo que iniciar un apresurado regreso a la Inmaculada por la calle Barrio Nuevo.
Es muy difícil valorar la decisión de una junta de gobiernos cuando desconocemos qué partes manejaba la cofradía antes de ponerse en la calle. Desde el punto de vista que se tiene desde fuera de una junta, todos optaríamos por la solución más lógica (siempre a posteriori), sin llegar a entender que estas decisiones hay que tomarlas antes de que ocurra nada. Ante esto, y ante las críticas que muchos se han atrevido a arrojar, es digno de alabar el comportamiento ejemplar del cuerpo de nazarenos, el gesto incesante de ambas bandas -la Agrupación Musical Santísimo Cristo de la Bondad y Guadalrosal de los Rosales- que no dejaron de tocar en ningún momento (ni en la entrada de la Virgen de las Angustias, cuando la banda del palio entonó ‘Callejuela de la O’ bajo una intensa lluvia).
Alcalá sumó otro día grande con la incorporación del Soberano al Miércoles Santo
Desde un primer momento se sabía que con la incorporación de la Hermandad del Soberano Poder a la nómina de la Semana Santa, y en concreto al Miércoles Santo, éste día iba a tener un repunte de cofrades que en lugar de partir hacia Sevilla para disfrutar de sus cofradías, se quedarían en Alcalá para contemplar a las dos hermandades, Cautivo y Soberano, y así fue.
Bajo un cielo encapotado que poco invitaba a las procesiones, los hermanos del Soberano Poder salieron de la Parroquia de San Mateo en busca del centro. El recorrido por el barrio volvió a demostrar cómo de unida está la Hermandad a Pablo VI y cuánto se identifica su gente con el Señor. La cofradía se vio arropada en todo momento hasta su llegada al centro de la ciudad, donde mucha más gente lo esperaba.
En la Callejuela del Carmen había una especial atención sobre la cofradía ya que al pasar por las Capillas del Santo Entierro y del Carmen no se sabía si los de Pablo VI realizarían algún tipo de presentación ante alguna de las dos. Y así fue, aunque sí es cierto que ante los titulares de la Hermandad del Viernes Santo no se volvieron -la Capilla estaba cerrada y con la representación a a la altura de la calle, fuera del callejón, y no en la propia puerta-, pero poco después en la Capilla de los Salesianos, donde esperaba la representación del Rosario, sí volvieron al paso del Señor, momento en el que la cuadrilla de costaleros se gustó e hizo disfrutar a la concurrencia.
Aunque más destacable todavía podría ser la entrada en Plazuela que realizó el Señor, con una marcha que comenzó con un solo de violín desde un balcón, el misterio del Soberano Poder ante Caifás ejecutó una chicotá de ensueño hasta que salió por Gutiérrez de Alba. Finalmente el Señor terminaría entrando de nuevo en su templo con cierto retraso, ya que el paso entró en la Parroquia de San Mateo alrededor de la 1:20 de la mañana.
Por su parte, la Hermandad del Cautivo completó una estación de penitencia en la que como siempre, se vio más acompañanada en el comienzo y en el final. La calle Nuestra Señora del Águila, especialmente su tramo final, sigue siendo un lugar solitario para las cofradías que únicamente salva la gente que suele acompañar a los pasos. Pese a este detalle, la cofradía servita fue acompañada hasta su entrada, la cual pudo parecer de otros tiempos con la lonja de San Sebastián atestada de gente, aunque eso sí, notablemente más temprano que las recogidas de antaño.
Jueves de lluvia, paréntesis en la Madrugá… y Viernes Santo truncado
El dicho popular de “hay tres días que brillan más que el sol…” dejó de cumplirse por segundo año consecutivo. De nuevo un Jueves Santo pasado por agua y otra vez la Hermandad de la Amargura no pudo realizar la estación de penitencia. Dos años sin la elegancia del palio de la Amargura por Alcalá, o dos años sin la sobriedad de la serena muerte del Señor del Amor ya son muchos…
Pero durante toda la tarde, mientras que la lluvia seguía dejándonos sin cofradías, una luz de esperanza seguía brillando en la Madrugá. Los partes meteorológicos indicaban una mejoría que podría dar un respiro a los cuerpos hastiados por la lluvia. A las dos de la madrugada, cuando las dos campanadas resonaron en la torre de Santiago, la madrugá comenzó como nos tiene acostumbrados. Aunque un runrún recorrió entre los cofrades, ya que se rumoreaba que quizás la cofradía no llegaría al Calvario, todo dependería de los partes meteorológicos que se tuvieran cuando se alcanzara la Plaza del Duque de ida. Tras la toma de decisiones, todo seguía correctamente, Jesús iría al Calvario una Madrugá más.
La vuelta, a priori amenazada por el agua, fue más rápida de lo habitual, lo que es de agradecer para un cuerpo de nazarenos castigado por el frío de la madrugada, pero no por ello fue menos grandiosa. La Virgen del Socorro volvió a recibir la eterna petalá de los vecinos de la calle Herrero y la madrugá se cerró mágicamente. Todo había salido a la perfección… aunque la lluvia sólo nos había dado un pequeño respiro.
Ya estamos acostumbrados a que la tarde del Viernes Santo sea un tanto inestable, quizás eso sea lo peor que les ocurre a los cofrades, que ya vemos como algo habitual que la lluvia trunque una u otra salida penitencial, y el Viernes Santo esto ocurre demasiadas veces. De nuevo, un año más la cofradía del Santo Entierro tuvo que dejar a sus hermanos sin realizar la salida procesional. Si lo más normal es que en Sevilla las cofradías no salgan por la lluvia, en esta ocasión fue al contrario. La lluvia no cesó y la junta de gobierno tuvo que tomar la fatal decisión.
Sábado Santo, inmejorable epílogo para una mejorable Semana Santa
La expectación era máxima. Por un lado, la de los hermanos de la Agrupación Parroquial de la Divina Misericordia: “¿cómo nos recibirá Alcalá esta primera vez?”, por el otro, la de los cofrades que en su mayoría no sabían qué iba a ofrecer esta nueva cofradía de Santiago.
Y lo que tenían y podían ofrecer era toda una cofradía -corta, eso sí- llena de detalles cuidados hasta el extremo. Una cruz de guía única que levantó la admiración de allá por donde pasaba, un recorrido sin parangón en Alcalá (de dulce la última revirá en Coracha y la entrada en Santiago), un carácter asumido desde la primera vez, y un Señor que a cada cual le transmite una cosa muy distinta pero que en el fondo lleva hacia un mismo lugar, a Él.
Quizás, el único pero que se podría poner entre tantas buenas palabras sería el comportamiento del público. Probablemente Alcalá, ese público que sólo entiende de cofradías una vez al año, no esté acostumbrada a este tipo de procesiones, y menos aún si el cortejo va desprovisto de capirotes y el Señor es la primera vez que sale. Entre todos tendremos que ir educándolo.
Y el Domingo de Resurrección el milagro se produce por San Agustín. Una procesión instaurada, tradicional, que no trasciende más allá de lo parroquial pero que todo el mundo conoce. El Señor Resucitado salió desde la Parroquia donde todo comienza para cerrar una semana que nos había dejado con ganas de más.
Nos faltaron muchas cosas. Nos faltaron las monjitas cantándole al Señor que expira por la gente de su barrio. Nos faltaron las campanitas de la gloria que anuncian la gozosa llegada del Señor. Nos faltó una revirá eterna ante los ancianos de una asilo que se acuerdan de ellos cada noche con un Rosario. Nos faltó la Buena Muerte del que yace esperando al tercer día. Y nos faltó el pañuelo desbordante de Amargura en el que enjugarnos la Soledad por la muerte del Hijo…