Historia, gentío y calor, las claves de la procesión de la Virgen del Águila
La de 2013 se presentaba como una procesión con ciertos toques históricos, y no fue para menos. La Virgen abandonaba su recorrido habitual por mor de unas obras en la calle Herrero y buscaba la Plaza del Duque atravesando José Lafita y Sánchez Perrier. A esto, y para definir la procesión, hay que sumarle la gran cantidad de gente que disfrutó de ella -aunque en puntos muy concentrados- y un calor agobiante en ciertos momentos de la procesión.
La de la Virgen del Águila es una procesión en la que no caben los inventos, todo debe ser como es, año tras año, así se entiende y así funciona, pero en la de este año las circunstancias habían obligado a la cofradía a discurrir por las calles José Lafita, Sánchez Perrier y la Plaza del Duque, bordeando la Parroquia de Santiago -cabe destacar que en la Plaza del Derribo el gentío que aguardaba era, valga la redundancia, multitudinario-, para buscar la calle Nuestra Señora del Águila. Y el paso de la Virgen por este tramo no decepcionó, dejando estampas que pasarán a la posteridad: la Patrona a los pies de la torre de Santiago, la estrechez de Lafita -con varias cosas remozadas para la ocasión y la calle adornada- y el discurrir por el Ayuntamiento, donde una salva de fuegos artificiales la recibió.
Si bien todo ello fue bellísimo, delante de las andas de la Santísima Virgen se vivieron ciertos brotes de nerviosismo que empañaron un tanto el momento. La bulla de cangrejeros -entre los que había cofrades, devotos, curiosos de otras ciudades y fotógrafos- no permitía andar al paso, a lo que había que sumarle que conforme éste avanzaba nadie podía esperar a los laterales de la calle ya que físicamente era imposible.
Entre tanto, hubo tiempo para un pequeño susto con uno de los cables que cruzaba la calle, y en el que se enganchó levemente la ráfaga de la Virgen. Nada que no solventara con facilidad la cuadrilla de costaleros comandada por Teodoro Jiménez.
En el Duque de nuevo la multitud se hizo patente, y desde aquí y hasta el Convento de Santa Clara -donde el paso fue vuelto hacia las hermanas clarisas-, el público no escaseó.
Pero ya sabemos que Alcalá para el público cofrade es un pueblo de plazas, y es que en el tramo que comprende desde el Teatro Gutiérrez de Alba y hasta la Plaza de Cervantes la cantidad de gente fue notablemente más escaso, excepto en la Plaza del Cabildo, lugar en el que el grupo joven de la Hermandad realizó una bellísima y abundante petalada al paso de la Virgen.
De aquí y al final del recorrido todo era como en años anteriores. Alcalá y Orti se convertía en un lugar más íntimo para disfrutar de la procesión y de la Patrona a los sones de marchas como ‘Amarguras‘. De nuevo, y una vez subida la cuesta de Santa María, cuando la Virgen regresaba al Santuario una gran cantidad de alcalareños le daban el último adiós a la Madre y Protectora de la ciudad.
Retrasos en el horario
Como decíamos, la procesión del 15 de agosto no varía año tras año, no responde al cambio, pero ayer sí fue curioso ver cómo desde la propia salida del Santuario la hora se fue echando poco a poco encima. Tanto es así que la bajada del Santuario comenzó ya con el atardecer consumado. Otro claro ejemplo de este retraso fue que la Virgen no estuvo, como suele ser habitual, a las doce de la noche en la Parroquia de Santiago, sino que llegó a este punto casi media hora después.
Si bien, esto del horario es un detalle nimio que no empaña en absoluto una procesión rebosante de gloria y gozo.
Los grupos jóvenes en el cortejo
Para esta ocasión, y como señal inequívoca de la excelente relación de los jóvenes de la Hermandad con del resto de las cofradías alcalareñas, fueron invitados todos los grupos jóvenes de las corporaciones de la ciudad para que acudieran con banderín y varas en representación, un acierto que engrandece y alarga el cortejo que acompaña a la Virgen, sobre todo en los primeros tramos de la procesión, hasta que la mayoría de representaciones se despiden en la Plaza de Cervantes.
En este sentido, y en relación a los jóvenes, especialmente contentos se pudo ver a los del Águila, que estrenaron su nuevo banderín y que demostraron que la devoción a la Patrona, por si alguno tuviera la idea de pensarlo, no es un cariño en absoluto trasnochado, sino que se renueva y se filtra entre las generaciones venideras.
Ya, con la vorágine calmada, solo queda disfrutar de los últimos recuerdos de agosto, y en la Misa de Campaña del domingo y agradecerle a Ella, de tú a Tú, y a sus plantas, todo cuanto hace por Alcalá.