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Explosión de clasicismo en la histórica procesión extraordinaria de la Amargura

Se podría escribir de cómo iba Nuestra Señora de la Amargura sola en su paso de palio, destacando como nunca. Se podría relatar la intensidad con la que se vivió aquella chicotá aún dentro del templo mientras de fondo sonaban las angelicales voces del Coro Voces Blancas del Colegio Entreolivos, o también podría describirse cómo se deshizo la alfombra de sal realizada por el grupo joven del Dulce Nombre cuando los costaleros empezaron a pisarla. Se podrían llenar páginas contando un sinfín de detalles, pero sobre todas las cosas, hay una que destacaría: la justa medida de una procesión que muy fiel a su estilo.

A las nueve de la noche, la hora prevista, y tras la celebración de la Eucaristía presidida por el Arzobispo de Sevilla D. Juan José Asenjo, el cortejo en otrora silente se puso en la calle. Mantillas blancas salpicaban el negro de los trajes de aquellos que precedían a la Santísima Virgen y en el que también figuraban diversas hermandades que quisieron acompañar a la de San Sebastián en un día tan especial.

«Por la paz en el mundo» y «por los fundadores de la Hermandad», esas fueron las dedicatorias de las primeras levantás del paso de palio en el interior del templo. ‘Corpus Christi’ la primera marcha, no era el día para ‘Amarguras’, y es que la marcha, esa que el Jueves Santo compone la banda sonora, no sonó hasta llegar a la calle Mairena. Fue en la casa de la familia Hermosín cuando una levantá a pulso completó la escena, amarguras de distinto sabor…

Y entre tantos detalles extraordinarios, costaleros del Señor que tenían la oportunidad de ir bajo sus trabajaderas, y otros que se reencontraban con ellas, y entre marchas de un corte más alegre, también había otro apunte histórico. Ésta sería la última vez que procesionaran los varales actuales del paso de palio junto a la Virge, ya que el próximo Jueves Santo se estrenarán unas nuevas piezas labradas.

El público, que acompañó durante todo el trayecto, no quiso perderse tampoco el macareno transitar por la Plaza del Paraíso. ‘Macarena’ de Abel Moreno, ‘Esperanza Macarena’ y ‘Pasa la Virgen Macarena’ compusieron un trío de ases con el que la procesión encaraba la parte final del recorrido.

Explosión de clasicismo en Pérez Galdós

En la alegría comedida cabía llegar a la penumbra de Pérez Galdós a los sones de ‘Soleá, dame la mano’. Sería en este momento, cuando la estrecha calle se hacía más pequeña aún, cuando el Coro del Dulce Nombre empezó a poner el broche a la procesión con el canto de la Salve.

Sería con ‘Amarguras’, no podía ser de otra manera, como acabó todo, y es que la marcha de Font de Anta acompañó a la subida del paso por la empinada rampa de la parroquia y a la propia entrada del palio en el templo, todo bajo la atenta mirada de numerosos cofrades que querían exprimir hasta el final la histórica noche.

Fue extraordinario, alegre, pero siempre bajo el estilo que impera en la Hermandad de San Sebastián.