El texto que jamás debió ser escrito (Crónicas 2012)
No fue difícil, tampoco fácil, pero era la única salida que quedaba.
Todo parecía igual que siempre. Las flores en su sitio, las palmas colgadas de los balcones, el fariseo reprimiéndole el alboroto al Señor, los apóstoles con la mirada dulce contemplando la escena, la cruz que nos guía en su lugar de siempre, la candelería recta, como siempre… pero no, habia detalles que no eran igual que siempre. El palio verde ya no estaba, en su lugar un sueño hecho realidad; la palmera, más grande que nunca, con ganas de desafiar a los cables de nuestro pueblo.
Tampoco era igual la mañana. ¿Cuánto tiempo hacía que una Misa de Palmas era suspendida por la lluvia? La procesión claustral daba comienzo a un extraño Domingo de Ramos.
Cientos de personas contemplando los pasos, pero entre tanta visita se le cantó la Salve a la Virgen de la Oliva, con más cariño que nunca, la que más ha salido del corazón en tantos años… pero todo seguía distinto.
La mañana del Domingo de Ramos es igual que toda la Cuaresma, fugaz. Cuanto antes te levantas, antes estás vestido de blanco inmaculado para rodearte de cien iguales que suman un solo ente, una sola cuadrilla. Y aunque tímidos rayos de sol querían jugar con nosotros, nada era igual.
Cabezas agachadas y excesiva tranquilidad demostraban que el curso no era el natural. Extraño comportamiento en un compás de espera que todos teníamos asumido incluso sin haber pensado en posibles prórrogas, aún quedaba mucho para la hora de salida. Pese a todo, la ropa debía estar presta y dispuesta si la esperanza conseguía vencer a la desazón.
Un cabildo, dos cabildos, tres cabildos, todos de carácter extraordinario y con una sacristía como punto de encuentro… pero permítanme que no les cuente lo que se dice en tal situación, aunque, en el fondo, no se hable de nada especial y nada que no conozca cualquier hermano que haya visto los partes meteorológicos. Prórrogas, consulta a los partes, miradas indiscretas a un patio colmado de agua y a un cielo que no invita a la alegría. El triste final está cerca.
No fue difícil, tampoco fácil, pero era la única salida que quedaba. Ni siquiera los rayos de sol que rajaron la capa gris que cubría la ciudad debían permitir un atisbo de dudas una vez tomada la decisión: Fue, es, y será lo correcto.
La ropa intacta -hecha por aquéllos que te ayudaron en cada ensayo y que se han preocupado por ti cada sábado de Cuaresma, saben quiénes son, desde aquí, eternamente agradecido- era devuelta a su lugar de descanso. La faja desliada sin haber sufrido el esfuerzo de una gloriosa levantá. La medalla colgada en su espacio de reposo sin poder haber sido mostrada con orgullo. La cruz de guía ni rozó el metal de la puerta de San Agustín. Las palmas no adornaron ninguna entrada triunfante…
¿Lo único que se pareció a un Domingo de Ramos más? Los abrazos, uno detrás de otro. De apoyo, de ánimo, de comprensión, de afecto, de sentimiento, de amor, de unión por los colores blanco y rojo…
Ya estamos en las vísperas del Domingo de Ramos de 2013, no se apresure y disfrute de la espera. Mientras, rememore este aciago pero bonito Domingo de Ramos a través de este pequeño texto que jamás debió ser escrito.
Fco. Javier Baños
Costalero del Santísimo Cristo de la Bondad