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El Domingo de Ramos vence a la inestabilidad

En una Semana Santa en la que la lluvia lucha por erigirse protagonista, las cofradías ganaron el primer asalto a la inestabilidad con la que había amanecido el Domingo de Ramos.

La incesante lluvia con la que comenzó el día dio paso poco a poco a las nubes y claros que fueron llenando de azul el cielo de Alcalá. Esta circunstancia, unida al bajo riesgo previsto, fue aprovechada por la Hermandad de la Borriquita para poner su cruz de guía en la calle a la hora fijada.

A las cuatro y media de la tarde comenzaban a salir de San Agustín los tramos de nazarenos blanquirrojos que antecedían al portentoso misterio de la Sagrada Entrada en Jerusalén protagonizado por el Santísimo Cristo de la Bondad. La nueva fase del dorado en el costero de la canastilla -con el estucado en buena parte de la canastilla y las cartelas doradas- y las cartelas de las esquinas del frontal ejecutadas por Encarnación Hurtado fueron las grandes novedades en el paso de Cristo.

Por su parte, en el paso de palio, la Virgen de la Oliva, ataviada con un tocado que dejaba su rostro ampliamente despejado, el detalle a observar estaba en el estreno de los nuevos varales labrados en los talleres de Orfebrería Andaluza.

En ambos pasos fue destacable el exorno floral, con una combinación de claves y rosas rojas, orquídeas moradas y minicalas blancas en el paso del Señor; y rosas blancas, antirrinos, crisantelmos, orquídeas blancas y lisianthus en el palio, siendo el encargado de este segundo paso, por primera vez, el florista alcalareño Ramón Serna.

La Hermandad del Rosario pudo poner en la calle al medio millar de nazarenos que conformaba su cortejo en la tarde del Domingo de Ramos. Una cofradía que mantiene la llama salesiana viva y que es también ejemplo de unión con la juventud que crece bajo el amparo de María Auxiliadora y junto al Señor de la Oración y a la Virgen del Rosario.

La cofradía saldría a la hora estipulada, las seis menos diez, trazando un recorrido por las calles de Alcalá en una de las tardes de Domingo de Ramos más agradables de los últimos años, ya que las temperaturas, más bajas que en ocasiones anteriores, permitían disfrutar de los pasos en la calle desde horas tempranas. El exorno del paso de Cristo, compuesto por distintas flores de tonos morados, se convirtió en uno de los aspectos a destacar en la Capilla del Carmen.

Todo iría a la perfección hasta el final. Una alerta de lluvia sobre Alcalá que podría caer en torno a la medianoche provocó que la cofradía salesiana modificara su recorrido sobre la marcha, eliminando su paso por la Plaza del Paraíso, tomando directamente por Plazuela y Mairena una vez llegada a la Plaza de Cervantes. Por su parte, la Borriquita aceleró el ritmo, entrando en el templo parroquial más de veinte minutos antes sobre la hora estipulada.

Sería la entrada del paso de palio de la Virgen del Rosario el encargado de poner el punto y final a un Domingo de Ramos en el que la inestabilidad dejó respirar.