Corona de gloria para María Auxiliadora
La historia ya está escrita, y la gloria consumada. La mañana del 3 de mayo de 2014 ya tiene su rúbrica en el libro de la historia dorada de la Casa Salesiana de Alcalá, y es que su Madre, María Auxiliadora, se coronaba ante miles de personas: salesianos de Andalucía, Extremadura y Canarias, devotos, cofrades… Todos en torno a la Virgen.
El sol caía a plomo sobre la explanada anexa al Teatro Riberas del Guadaíra cuando, cerca ya las once de la mañana, llegaba María Auxiliadora desde la cercana Parroquia de Santiago, donde había pernoctado tras concluir el día anterior el triduo itinerante por diversas iglesias alcalareñas.
El traslado, rápido y sencillo, con el único acompañamiento de los hermanos de la archicofradía, y con la Virgen desprovista de la aureola con la que la pudimos ver en los días previos. El público expectante ante la llegada de la Virgen, que con el murmullo de fondo se colocaría en el gran altar instalado en las faldas del Castillo de Alcalá, que sirvió como telón de fondo para la coronación.
Con la presencia de las autoridades civiles locales, con el alcalde Antonio Gutiérrez Limones a la cabeza, y también con la de decenas de sacerdotes, entre ellos varios que han pasado por los Salesianos de Alcalá, se desarrolló una Eucaristía en la que Monseñor Asenjo destacó la importancia de María en nuestras vidas.
Tras la homilía llegaba el momento culmen y central de todo lo que hemos vivido estos días: la coronación. El Arzobispo se subía a la escalera que facilitaría la tarea de colocación de la presea. Las coronas –tanto la de la Virgen como la del Divino Infante-, en manos de un hermano de la congregación de Don Bosco y uno de los niños integrantes del Proyecto Samuel, padrinos de la coronación y obra social elegida por la cofradía, respectivamente.
Una salva de palomas y globos con los colores de María Auxiliadora junto a los aplausos rompían la austeridad del acto.
El detalle curioso, la archicofradía no repartió estampitas recordando el día, sino que durante la comunión se repartieron miles de marcapáginas con un plano general de la Santísima Virgen, con la presea y la aureola tal y como han quedado enriquecidas para la coronación, junto a la fecha histórica.
Por último, entrañables las palabras de D. Juan Francisco Huertas, el director de la Casa Salesiana quien alentó a los alcalareños a amar, querer, tomar y mirar a la Virgen, a lo que añadió “es vuestra”.
Poco antes de la una de la tarde comenzaba el traslado de vuelta hacia Santiago. Con el acompañamiento musical de la Asociación Musical Nuestra Señora del Águila, quien tocó por primera vez la marcha ‘Madre Auxiliadora Coronada’ tras la Virgen. Un traslado que, por otro lado, duraría algo más de una hora y media.
Una procesión de vuelta, triunfal
Poco público se concentró en la Plaza del Derribo para la salida de la Virgen en el regreso que la llevaría hasta la Capilla salesiana después de varias jornadas intensas en las que la casa de los salesianos estaba menos llena, faltaba Ella. Todas las hermandades y cofradías alcalareñas acompañaron a la Virgen en su regreso, a lo que habría que añadirle a los salesianos de María Auxiliadora de Málaga, cofradía que le dejó gran parte de la ornamentación usada para la coronación.
Aun así, conforme avanzaba la tarde el público fue respondiendo y una gran bulla acompañó al paso de María Auxiliadora hasta su entrada, pasadas las once de la noche, donde una gran petalá la recibió a los sones de ‘Encarnación Coronada’, salves a la Madre y gritos jubilosos.
En otro orden de cosas, emotivos fueron también los momentos en los que la Virgen pasó por el Ayuntamiento, donde esperaba la corporación municipal, y a quien la cofradía le agradeció por tanto trabajo y ayuda para con los actos de la coronación. Y en segundo lugar, el saludo a los ancianos de La Milagrosa. Ellos, mejor que nadie, saben lo que es el amor a los hijos, y lo que es el amor a quien es varal de Fe en el tranquilo epílogo de la vida.
Con todo, y a la llegada de la Virgen a su capilla, se acabó un día de ensueño para los salesianos, que quizás tuvo el lunar en el que algún que otro sector de Alcalá no sintió como suya una jornada histórica. Pese a ello, la ciudad disfrutó con la Madre Salesiana, junto a la que tantas generaciones de alcalareños crecieron y formaron su fe y creencia al Señor.