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Cardenal Amigo Vallejo: «Sin fe, los sacramentos caen en el virtualismo»

El pasado sábado, el Cardenal Arzobispo emérito Fray Carlos Amigo Vallejo, arzobispo emérito de Sevilla, pronunció la conferencia titulada  ‘La Eucaristía: Manantial y cumbre de la vida cristiana‘. El acto organizado por la Antigua Sección de Alcalá de Guadaíra de la Archicofradía Sacramental de Adoración Nocturna Española, tuvo lugar en el Monasterio de Santa Clara, donde reside canónicamente la asociación. El acto se enmarcaba dentro de la celebración del Año Jubilar Clariano, como ya ocurriera con la organización de la Fiesta Diocesana de las Espigas.

Monseñor Amigo resaltó la importancia de la Eucaristía como alimento de nuestra fe, y a su vez ésta, como algo fundamental en los sacramentos cristianos, tanto es así que aseveró que “sin fe, los sacramentos caen en el virtualismo”. Si creemos que Jesús sanó a enfermos y resucitó a los muertos, cómo no vamos a creer que está con nosotros en el pan y el vino del Sagrado Sacramento de la Eucaristía. ¿Hay mayor prueba de amor que la entrega de Jesús? Pues la misma entrega y amor debemos dedicar a nuestros hermanos en Cristo. “La medida del Amor, debe ser un Amor sin medida”, dijo Monseñor, a lo que añadió: “Pasa el tiempo, pero el amor permanece. Ésa es la antigüedad de la Iglesia”. Para explicar estas frases Monseñor se ayudó de diversos ejemplos cotidianos y personales para demostrar cómo el amor siempre puede permanecer si insistimos en que así sea.

Durante toda la disertación, Amigo Vallejo fue lanzando mensajes que penetraban en los que allí se encontraban escuchándole ensimismados. Una conferencia con tintes de homilía que sirvió para una reflexión posterior. Así, el Cardenal emérito llegó a asegurar que “la Iglesia no tiene otra palabra de Dios que la Eucaristía“.

Para concluir las siempre perfectas palabras acerca de la Eucaristía y la vida del cristiano, el Cardenal se ayudó de la tradición panadera de nuestra ciudad, animándonos a vivir intensamente la Eucaristía como lo más importante de nuestras vidas. “Animo a vivir la Eucaristía como manantial y cumbre de la vida cristiana; Alcalá pondrá el pan, el amor a Cristo, todo lo demás.”

Tras estas últimas palabras, el presidente de la Sección, Juan Jorge García, le impuso al Cardenal, que es Adorador-Presidente Honorario de la Sección Alcalareña, la medalla acuñada para conmemorar el Año Jubilar de Santa Clara y la Fiesta Diocesana de las Espigas y que constituye el distintivo particular de la pertenencia a la Sección de la Ciudad panadera.

En la medalla están grabados los emblemas y motivos alusivos a lo que se conmemora: en el anverso la Sagrada Forma, radiante, que cobija bajo esos rayos el escudo Franciscano. En el reverso una representación iconográfica de la Santísima Virgen de los Ángeles, título tan ligado a la Provincia Bética Franciscana. Ella, a su vez, protege maternalmente bajo sus plantas el emblema de las Hermanas Clarisas: el brazo de la Santa con el Ostensorio, y el lirio de pureza. Todo ello se inscribe en el contorno moldurado de la medalla que todas las hijas de Clara llevan en su pecho, y se timbra con la corona de la realiza, que Cristo, mejor que nadie, puede ostentar, como Rey del Universo. La medalla pende de un cordón con los colores, rojo y gualda, alusivos a la nacionalidad española de esta Cofradía, íntimamente unida en agregación a la Archicofradía Romana de la Adoración Nocturna al Santísimo Sacramento, por el Papa San Pío X, en 1906.

Asimismo, antes de abandonar el Convento, el Cardenal se acercó a las Hermanas que esperaban impacientes tras la reja al final de la capilla, y con las que tuvo palabras de cariño y admiración antes de despedirse.

Al día siguiente, el Cardenal Amigo presidió la Misa Solemne de Clausura del Año Jubilar, en un Convento abarrotado. Tanto es así que hubo que habilitar asientos en el patio anexo a la Capilla, en la que nadie quería perderse la posibilidad de mostrar su cariño y admiración  a la Comunidad de Hermanas Clarisas, que se mantiene en Alcalá desde 1597, enseñándonos a vivir en valores de pureza y entrega, al Señor, y a la Comunidad. No en vano, el lema de las Hijas de Clara es: “Ora et labora”.