Cada año más, y mejores (Crónicas 2012)
Quizás suene paradójico no, es paradójico, que habiendo vivido un Martes Santo tan “feo”, se saquen de él momentos tan especiales que no se han vivido otras Semanas Santas y tantas demostraciones –muchas buenas y otras no tanto- de los hermanos de la Hermandad del Perdón
El Lunes Santo, gracias a Dios, es el día que no faltan manos para los preparativos, pero quizás las idas y venidas y los comentarios acerca de los partes meteorológicos hacían que la gente estuviera algo más nerviosa de lo común y presagiaba que de nuevo nos tocaría vivir un Martes Santo difícil.
La mañana amanecía con el sol luchando entre las nubes. El sol quería estar presente en el Martes Santo alcalareño, pero por segundo año consecutivo perdía la batalla.
Por la tarde, la espera se hacía eterna en la Parroquia de la Inmaculada. “Otro año más no puede ser”, “No ha llovido en todo el día, no lo va a hacer ahora ¿no?”, “Tenemos que salir…”. La ilusión era infinita, pero quizás los ánimos se vinieron un tanto abajo cuando los miembros de junta de gobierno salían a la hora fijada para comunicar la decisión con caras no muy alegres. Pero la alegría inundó el barrio del Instituto. La explosión de alegría que se produjo en la Inmaculada hizo que no recuerde ni el momento en el que el Teniente Hermano Mayor comunicó que la decisión era la de salir.
Las puertas se abrían entre aplausos. Todos queríamos salir, aunque en el cielo fijábamos nuestro miedo a lo que presagiaban las nubes negras que avanzaban por el barrio. La Hermandad del Perdón estaba en la calle.
El episodio de la lluvia todos lo recordamos, para que volver a mencionarlo. Pero quizás son de esos duros momentos de los que se saquen los recuerdos que jamás se olvidarán del Martes Santo de 2012, y no precisamente por lo difícil de la situación. Ver como la gente cerraba sus paraguas al paso de la Virgen guapa de las Angustias aunque siguiera lloviendo. Ver cuántas madres de costaleros se acercaban a los respiraderos llorando. Ver cuántos hermanos – de los que equívocamente no se esperaba- han tendido su mano con gestos de ánimos y sin reproches. Los que no actuaron como hermanos ese día no merecen mención.
Se arriesgó, y se perdió, pero se ganó experiencia y unión. Sólo nos queda esperar al Martes Santo de 2013, pidiendo Perdón y dando Gracias cada uno de los días que nos quedan por vivir.
Quedémonos con nuestra Virgen caminando suave ya junto a su Hijo del Perdón en el interior de la Inmaculada, como un Martes Santo cualquiera, y con los vivas de sus costaleros.
¡Viva el Cristo del Perdón!
¡Viva la Virgen de las Angustias!
¡Viva la Virgen del Águila!
¡Viva San Mateo!
¡Y viva los hermanos del Perdón que cada año son más y mejores!
Miguel Ángel Márquez de la Costa
Nazareno de Nuestra Señora de las Angustias