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Bendecido el Señor de la Divina Misericordia del Rosario de Santiago

Velad la llegada del Señor. Sin desánimo, con tesón, alegría y fuerza hay que desear la llegada del Mesías, quien se ofrece por nosotros, quien sube al cielo guiado por un ángel después de sacrificar su vida por el hombre. Velad por su venida, así llegaréis a la eternidad junto a Él.

Un año y medio, ese ha sido el tiempo de espera que la Agrupación Parroquial del Rosario ha tenido que sufrir -entiéndase el término como aquel sufrimiento derivado del nerviosismo, el verlo en su Parroquia o la impaciencia para ver la talla finalizada- hasta que el Señor de la Divina Misericordia ha llegado a la Parroquia de Santiago. Sueños para unos, locuras inalcanzables para otros, pero que el Señor preside el altar de Santiago, momentáneamente para el triduo extraordinario, es una realidad patente y palpable.

Del traslado del Señor poco se puede decir, y mucho menos describir con palabras fácilmente. Sólo un grupo de privilegiados puede cruzar Alcalá, llegar a la Plaza del Derribo y asaltar Santiago de madrugada para depositar en el seno de la Parroquia a un Cristo que, sin ser bendecido aún, es el protagonista de un gran número de oraciones sinceras en la más absoluta oscuridad de las carreteras cordobesas.

Tras permanecer cerrada durante toda la mañana, Santiago abría sus puertas a los fieles a las cinco de la tarde. Era el momento en el que el Señor, obra del imaginero afincado en Córdoba, Edwin González, iba a ser conocido paulatinamente por el pueblo de Alcalá. Un reguero incesante de personas comenzaba a acompañar al Cristo en todo momento, quien se encontraba ubicado en el altar de la Parroquia sobre un monte con una composición floral muy silvestre en el que las espinas se mezclaban con rosas rojas y blancas y yedras, entre otras flores.

Rozaban las siete de la tarde cuando el Obispo Auxiliar D. Santiago Gómez Sierra llegaba a la Parroquia. En primer lugar, antes de comenzar a oficiar la Misa, se bendijo la nueva capilla penitencial en la que irá ubicado el Señor una vez concluya el triduo extraordinario. Tras ello, y con el templo atestado de gente, se procedería a la bendición del Señor de la Divina Misericordia, y a continuación comenzaría la Eucaristía en la que la Coral de Jesús Nazareno pondría magistralmente la nota musical.

Cabe destacar que los hermanos de la corporación no estrenaban únicamente la imagen del Señor, en sus cuellos portaban las medallas de la Agrupación, una medalla de botón en cuyos lados aparecen tanto la Virgen del Rosario como el Señor de la Divina Misericordia.

El Señor, una obra repleta de detalles
Quien ha tenido la suerte de conocer la talla de cerca ya sabe varios de los detalles que quizás dotan al conjunto de aún más valor. El gran cuidado en la elaboración de las llagas, la mirada triste y gris del ángel, las veladuras de sangre que no se ha conseguido limpiar , el magnífico estofado de las alas o gotas de sangre que están a punto de precipitarse desde el dedo pulgar del pie convierten al conjunto en una obra frente a la que estar mucho tiempo para disfrutar totalmente de ella.

Respecto a la explicación del momento en el que se puede encuadrar la imagen habría que partir de la base de que es una imagen alegórica. El pasaje que representa no aparece en las Sagradas Escrituras, algo que hace que todos los que contemplen la obra puedan darle un significado según cómo lo entiendan. Por un lado, puede entenderse que en la obra el ángel enseña al fiel el sacrificio del Señor por nosotros, mostrándonos a Jesús muerto por el hombre, a quien sujeta por un costado. Por otro, puede pensarse que el ángel levanta al Señor  moribundo mientras lo ayuda a resucitar, enseñándole con la mano izquierda el camino hacia el cielo.

Por último, mencionar que durante los días 28, 29 y 30 de noviembre, a las siete y media de la tarde la Agrupación celebrará un triduo extraordinario con motivo de la bendición del Señor.

Siempre y eternamente agradecido a la junta de gobierno de la Agrupación.