El adiós a los nombres en las trabajaderas – Por Curro Álvarez
Se nos va un trozo de la historia de Alcalá, un trozo que lleva impregnado la esencia más alcalareña de los pinares de Oromana y manchada en sus patas de albero por tantas madrugás que ha sufrido. Se nos va el que era el Paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Cómo poder expresar con palabras aquello que podrían narrar esas trabajaderas; cada momento que se ha pasado debajo de esas maderas son dignos de plasmarlas en papel, son dignos de aquellos que en su momento lo llevaron cada madrugá o cada mañana de Viernes Santo por las calles de Alcalá. El paso que hoy se nos va, es el más puro ejemplo de lo que es la tradición del mundo del costal, de padres a hijos. En este paso han llegado a coincidir padres con sus hijos, o son los hijos los que, una vez sus padres han dejado de salir de costaleros, los que toman el relevo.
Hoy es un día para el recuerdo, porque al irse este paso fluyen todos los sentimientos que teníamos guardados todos aquellos costaleros que su huella dejaron bajo las trabajaderas. No son lágrimas de pena, son lágrimas de los recuerdos vividos, son lágrimas por aquellos que no están y en algún momento también lo sufrieron. Son aquellos recuerdos vividos los que marcan a varias generaciones de costaleros de Padres e hijos y que podrán recordar cómo aquel paso donde llevaron en su día a Jesús de Alcalá lleva su nombre escrito en la trabajadera
Curro Álvarez
Pregonero del Costalero de la Hermandad de Jesús 2016