La Virgen de las Angustias recibió la devoción de su barrio en su Rosario
El pasado domingo, 2 de octubre, Nuestra Señora de las Angustias, titular de la Sacramental del Perdón, recorrió las calles de su feligresía en Rosario de Vísperas, el cual anualmente pone broche y final a sus tradicionales cultos de septiembre.
Pasadas las siete de la tarde se abrían las puertas de la Inmaculada, sede de la Hermandad, y comenzaba a salir el cortejo, compuesto por unas 30 parejas de hermanos. La Santísima Virgen salía a la calle y era bañada por los rayos de sol que ya comenzaba a caer a esa hora de la tarde. Lucía la dolorosa saya blanca y manto brocado verde. Además, estrenaba tocado, cotilla bordada y un pañuelo, todas las piezas regalos de diferentes hermanos. También era la primera vez que se podía ver a la dolorosa en su rosario sobre las nuevas andas confeccionadas para dicho culto, y que ya fueron estrenadas en el rosario que presidió la Virgen en febrero con motivo de las misiones populares de la Parroquia de la Inmaculada. El paso fue exornado por margaritas, nardos y claveles rosas, dotando al conjunto de gran vistosidad y elegancia.
En el primer tramo del recorrido la Virgen cruzaba la barriada de Pedro Gutiérrez, concretamente pasando por las calles Morón de la Frontera, Paradas y Mairena del Alcor, zonas por las que la Hermandad no puede transitar el Martes Santo, y en un gesto de llevar a la Santísima Virgen a las diferentes zonas de la feligresía.
A su paso por la calle Cristobal Colón, la Virgen fue recibida por una copiosa petalada y por casas y balcones adornados para su paso. Lo mismo ocurrió en la calle San Juan de Dios, donde familias completas esperaban en su casa su paso.
Pero quizás los momentos más emocionantes se vivieron al paso de la calle Malasmañanas, donde viven numerosos hermanos y feligreses, y que con ilusión y ganas llevaban días esperando la llegada de Nuestra Señora de las Angustias. Fachadas adornadas, pétalos, rezos y lágrimas sinceras a la Virgen que vieron llegar a su barrio hace 29 años, y que ese día les agradecía su devoción en forma de visita. A pesar de la amplitud de la calle, fue destacable la gran cantidad de público que, no sólo acompañaba el paso de la Virgen, sino que también esperaba para ver pasar la comitiva al completo.
Una vez pasado la zona de Malasmañanas, y ya con la noche reinando en el cielo, la Virgen cruzaba de nuevo la barriada Pedro Gutiérrez. Momentos íntimos, de calles estrechas y oscuridad iluminada por los cirios del cortejo y candelería de la Virgen, todo ello coronado por los cantos del coro del Dulce Nombre de nuestra ciudad.
A las nueve y media de la noche el cortejo comenzaba a entrar de nuevo en la Parroquia, donde se concluiría el rezo del Santo Rosario con las letanías a la Virgen y el canto de la Salve. No sin antes tomar la palabra Alejandro Redondo, hermano mayor del Perdón, quien agradeció a todas las personas que llenaban la Parroquia y a los que habían acompañado a la Virgen durante la tarde-noche su fe y devoción sincera a la Virgen, en una noche que sirvió para constatar que la feligresía no está huérfana de Madre.