Palacio decreta un comisionado para que rija el Santo Entierro
Palacio ha puesto fin a la polémica electoral en la Hermandad del Santo Entierro cortando de raíz el problema constituyendo un comisionado para que presida la corporación, y cuyo presidente será Antonio González Rodríguez.
Es así como las autoridades eclesiásticas zanjan los problemas en una Hermandad que hace años viene sufriendo el inmovilismo de una junta de gobierno cuyas decisiones han sido habitualmente puestas en tela de juicio por los cofrades de la ciudad.
Con la figura de Antonio González -quien también fue elegido presidente de la Archicofradía de María Auxiliadora hace unas semanas- se busca poner fin a años de polémicas y problemas derivados de la búsqueda del poder en la corporación del Viernes Santo. También cabe decir que aún se desconocen los miembros que conformarán el grueso del comisionado, pero sí se puede adelantar que, a priori, serán designados por el propio presidente.
Los antecedentes
Realmente estos problemas electorales no son nuevos, de hecho hace años -en 2006, hace dos legislaturas- se tuvo que repetir el cabildo electoral por haber sido impugnado. En aquel entonces las listas las encabezaban Gonzalo Oliveros y Gonzalo Orea. Por entomces las primeras elecciones se celebraron en época estival, y volvieron a repetirse tras el verano, dando como ganador a Gonzalo Orea.
Hace cuatro años el proceso electoral fue menos traumático, con Gonzalo Orea repitiendo candidatura y Marco Antonio Gómez al frente de un grupo que querían formar una nueva junta de gobierno. De nuevo saldría victorioso Orea, quien, por tanto, ha mantenido el cargo durante ocho años.
El punto y final
Pero el último capítulo de esta larga historia vendría en el cabildo general de Cuaresma, ya que éste quedó suspendido y no llegó a celebrarse dadas diversas irregularidades de forma.
Y el último párrafo se escribiría en estos últimos meses, en los que el Arzobispado prohibió a los miembros que componían aquella junta de gobierno presentarse como una nueva candidatura a las nuevas elecciones. Igualmente, también se decretaría la composición de una comisión que vigilara el buen desarrollo de estos comicios.
Así, sería Juan Carlos Sánchez quien encabezara la lista de nuevos oficiales de junta en un cabildo electoral que tampoco transcurriría con normalidad. Y todo debido al elevado número de votos en blanco que cosecharía la junta, un detalle del que ya podría intuirse que la historia no acabaría en buen puerto.
Y así fue. Ttras las elecciones, miembros de la junta saliente -la de Gonzalo Orea- impugnaron ante Palacio estos resultados, considerando que éste no era el más beneficioso y suponiendo que había más hermanos en contra que a favor de este nuevo gobierno.
De esta manera, y una vez superado un límite lógico de problemas surgidos y la paciencia del Arzobispado, éste ha preferido zanjar los problemas y constituir un comisionado cuya figura ha sido designada directamente, recordando que la Iglesia no es una institución democrática, sino jerárquica.