De sueños de oro y protagonismos de luz – Crónicas 2014
«Cuidado con los que sueñas, se puede llegar a cumplir», escuché decir alguna vez, y tanto que se cumplen. Quizás alguno piense que en San Agustín exageramos, que no es para tanto lo logrado, ni para tanto los estrenos, ¿pero qué sabrá nadie del esfuerzo que ha supuesto conseguir todo esto? Ciertamente, ni yo mismo sé cuánto sacrificio hay detrás del dorado de un paso, ni de un palio bordado, eso lo saben aquellos que tenían que agachar la cabeza cuando hace dos décadas decían que eran de la Borriquita.
Pero no es momento de hablar de la historia, sino de lo histórico, y es que el Domingo de Ramos, el del 13 de abril, el de hace algo más de una semana –aunque ya parezca que fue hace una eternidad- lo fue, y mucho.
El sol, como se esperaba, en todo lo alto, y dando la luz del Domingo de Ramos, ¡no podía ser de otra manera! Y con él, la luz, manantial de vida y protagonista de la estación de penitencia de los que bajamos desde San Agustín para proclamar nuestra Fe.
Y digo esto porque teníamos dos grandes preguntas e incógnitas que responder en aquella tarde: “¿cuánto brillará el frontal dorado con la luz del sol?“, a lo que añadíamos, “¿cómo se verá a la Virgen con un palio, por fin, luminoso?”
No contestaré a las preguntas, demasiado he dicho ya. Respondan vosotros mismos, rememoren aquel día y sacad vuestras propias conclusiones.
Pero aún hay más. El cambio de recorrido, de horarios y la hora de verano que posibilitaron ver al cortejo blanquirrojo bajo los rayos de sol durante todo su recorrido por el centro de Alcalá. Una vez más se puede asegurar que a la cofradía le sienta bien, muy bien, la luz. Y si no, repito, recuerden aquel día, busquen fotos y vídeos, rasquen en su memoria, y verán como llevo, aunque sea mínimamente, la razón.
Y después de todo alguno dirá: “qué crónica más extraña ha hecho éste de su Domingo de Ramos”. Y es cierto, es extraña, es más no es ni una crónica –al menos no como me enseñaron en la carrera-, pero entiéndanlo, si todo salió como tenía que salir; si la normalidad fue absoluta, excepto las varias lipotimias que sufrieron algunos nazarenos; si las cuadrillas anduvieron como nunca antes, afianzándose la del Señor, con muestras de que llegará lejos, y enseñando la de la Virgen cómo se trabaja en los barrios; si los hermanos respondieron y la Hermandad puso el mayor número de hermanos con túnica en la calle de la historia, sin contar los 170 costaleros y el casi centenar de músicos de la Bondad; si, en definitiva, el domingo fue como todos soñábamos, ¿qué voy a contar?
Por eso, permítanme que no les hable de qué se siente bajo las trabajaderas del Señor de la Bondad, que no les cuente cuánta es la alegría cuando el capataz se acuerda de tu petición y levanta al Señor “por la vida”, que no les relate cuánto es el orgullo que uno siente cuando alguien que vuelve a su Alcalá después de años le dice: “sí que ha cambiado la Borriquita, qué maravilla de Hermandad”. Perdónenme que todo esto, por este año, me lo guarde para mí, y para esa mochila de recuerdos que, sin duda alguna, serán imborrables.
Además, a los que nos impregnamos de Bondad durante todo el año nos es difícil hacer un relato de algo que aún estamos viviendo, aún vivimos en el domingo de las palmas, aún soñamos con el oro y vemos como todo lo protagoniza la luz.
Fco. Javier Baños
Costalero del Santísimo Cristo de la Bondad