Momentos 2012: El Domingo de Ramos que nunca quisimos imaginar
Semana Santa 2012. Cuando la lluvia amenaza cualquier día de la Semana Santa siempre mantenemos la esperanza hasta el último suspiro. Siempre comenzamos negando la posibilidad de que el agua eche por tierra todo el año de trabajo e ilusión, más aún si estas predicciones se realizan con varios días de antelación. Durante la mañana del día de salida, pese a que la lluvia sea persistente, nuestra ilusión puede seguir intacta. Ante los días de lluvia, ¿quién no tiene en mente ese día de tal o cual año en el que el cielo abrió y su cofradía pudo salir? Todos tenemos uno. Pero pese a todo esto, este Domingo de Ramos no quiso ser uno de esos.
La mañana comenzó gris y con una ligera llovizna que fue a más conforme pasaban las horas. En San Agustín, la procesión de palmas por alrededor del templo tuvo que ser suspendida y se realizó entre las naves de una iglesia abarrotada; algo no iba bien. Avanzaba la mañana y el cielo no perdonaba, las tradicionales y protocolarias visitas institucionales a las cofradías de la Callejuela del Carmen y de la calle de un cura netamente alcalareño, la de D. José Luis Portillo (q.e.d.) entraban en los templos a la carrera. Desde Sevilla, conforme se acercaba el medio día, no venían buenas noticias: la Paz no realizará su estación de penitencia.
Pero avancemos en el tiempo. Las Hermandades del Rosario y de la Borriquita debían poner sus cruces de guía en la calle a las 17.15h. y a las 16.30 h. respectivamente, y no fue así. Prórrogas interminables, chaparrones intermitentes, y las ilusiones mermadas, esa era la tónica general. Por los Salesianos, miembros de la banda de San Juan Evangelista resguardados bajo el techo de la antigua Plaza de Abastos. En San Agustín, los salones parroquiales llenos a rebosar en unas horas en la que la soleda debía imperar en los jardines del templo.
Y con todo esto llegó la hora de la decisión. Como colofón, poco antes de las seis de la tarde, apareció un último y desolador chaparrón que acabó con cualquier amago de esperanza. Las decisiones eran inapelables. Primero en la Borriquita, Germán Terrón anunció la triste noticia al joven cuerpo de nazarenos que esperaban impacientes a la entrega de un cirio que no llegarían a acariciar. En el Rosario, minutos después, casi de manera consecutiva, Manuel Vicente Gómez trasladaba la decisión de la junta a su cofradía salesiana.
Y muchos dirán, ¿dónde está aquí el momento cofrade a recordar? Primero, en lo que pudo ser y no fue: en el soñado estreno de las bambalinas de la Virgen de la Oliva o en la petalá cariñosa que los jóvenes del Rosario prepararon para su Dolorosa y que finalmente regalarían a la Esperanza. Pero en segundo lugar, también podemos quedarnos con ese poco sabor a verdadero Domingo de Ramos que nos dejó aquel aciago día. Es muy habitual que en ciertos templos, los pasos inicien la estación de penitencia desde una ubicación distinta a la que tomarán cuando ésta concluya y la cofradía se encierre, algo que normalmente se hace por comodidad y para facilitar la celebración de los distintos cultos en la parroquia. Este es el caso de las dos del Domingo de Ramos alcalareño.
Ambas tienen a sus titulares a los pies del altar mayor, y las dos, cuando concluyen su estación de penitencia, dejan los pasos ubicados a los pies del templo. Si la cofradía no sale, ocurre lo de este año, que los pasos tienen que moverse en uno de esos denominados retranqueos. Chicotás ligeras y pricesas cargadas de la emoción del momento que invitan a soñar con la normalidad, pero que únicamente sirven para, como dijo un capataz, «ser conscientes de lo que se ha perdido Alcalá».
Sin más dilación le dejamos con dos vídeos de los retranqueos del pasado Domingo de Ramos. El primero, un vídeo que recoge los dos pasos de la Hermandad del Rosario recorriendo el interior de la Capilla del Carmen. En el segundo, el palio de Nuestra Señora de la Oliva hace lo propio hasta alcanzar el final de San Agustín.