Histórica tarde de mayo en la bendición de la Virgen de la Caridad de Pablo VI
El barrio se vistió de gala; las mujeres se pusieron sus más bellas peinetas; los hombres se calzaron los zapatos más limpios; las calles, más relucientes que nunca; el cielo, se vistió de azul y blanco; y todo por recibirla a Ella, a la Madre, a María Santísima de la Caridad. Pablo VI sabía que ayer podía vivir un acontecimiento histórico y apoteósico en torno a la Virgen María, y no falló.
El día comenzaba temprano, a las diez de la mañana se abrieron las puertas de la Parroquia de San Mateo para enseñar al mundo cómo era la Virgen de la Caridad. Ella, en el altar del templo, recibía la visita de cientos de personas que deseaban ver cómo era la nueva dolorosa de nuestra localidad. Mientras, en el fondo de la parroquia el paso de palio totalmente preparado esperaba a la tarde, a recibir el chorro de luz que el día le tenía preparado a la Santísima Virgen.
A las seis y media de la tarde se abrían las puertas de la iglesia para la salida de la Señora hacia la Plaza 1º de mayo, con una primera levantá con la voz del hermano mayor de la cofradía, Jesús Torres, que invitaba a soñar con el momento y a acordarse de toda esa gente que había luchado por este día. Así, sin cortejo, sin banda, y en definitiva sin los aditamentos propios de una procesión -puesto que la Virgen aún no estaba bendecida y así lo manda la liturgia-, se procedía a un traslado rápido, luminoso y en el que ya se iba vislumbrando cuánto iba a disfrutar Pablo VI con la llegada de la Virgen.
En algo menos de media hora se completó el trayecto hasta llegar al efímero altar levantado en la céntrica plaza del barrio. Allí, cientos de personas aguardaban impacientes a la presencia de la Virgen, que poco a poco subió entre el silencio expectante del público. Minutos más tarde hacía acto de presencia la procesión con los sacerdotes, escoltados por los acólitos que horas más tarde acompañarían a la Caridad.
Eucaristía de bendición repleta de recuerdos
La sinceridad fue la gran protagonista de la Misa. Desde la bendición con la que se abrió la celebración a la sencilla homilía pronunciada por el Reverendo Padre José Antonio Plata Brito -sacerdote de la Parroquia de la Milagrosa de Sevilla que guió al grupo de jóvenes en sus inicios cuando comenzaron a labrar su futuro al amparo de la Iglesia en la Parroquia de la Inmaculada-, hasta las palabras de cariño y afecto con las que cerró la Eucaristía el hermano mayor de la corporación, Jesús Tores, quien quiso tener un gesto de admiración y reconocimiento para con su director espiritual, el Reverendo Padre José Carrasco Campanario, a quien Torres se reririó para alabar «la dificultad de todo lo que había conseguido realizar en la Parroquia de San Mateo».
Durante la Eucaristía también se procedió a la lectura y firma de distintos actas, como el propio de la bendición, el de nombramiento de la Virgen de la Caridad como patrona de los panaderos, o el del nombramiento de las Hijas de la Caridad como Camareras de Honor de la Santísima Virgen.
Una vuelta apoteósica
La historia ya estaba escrita, los renglones no eran torcidos y la caligrafía usada para la escritura era la más bella posible, nada podía mejorar este bello cuento que un epílogo de ensueño. Y así fue. Solo hizo falta que los costaleros -por cierto, ¿quién dijo que costaleros de un paso de misterio no sabrían llevar un paso de palio?- pisaran de nuevo el asfalto, dejando atrás ese bello altar improvisado, para que las emociones desbordaran y los corazones estallaran. La primera marcha, la suya. A los sones de ‘María Santísima de la Caridad’ se ganaron los primeros metros de un largo recorrido que llevaría a la Virgen a todos los rincones del barrio.
Desde entonces, y hasta que cercanas las tres de la madrugada la Virgen se adentrara de nuevo en San Mateo, se sucedieron los vivas, los gritos de guapa, los oles, las arengas a los costaleros, y en definitiva las muestras de cariño a la Virgen y a los hermanos del Soberano Poder.
Especialmente emocionante fue la llegada a la Plaza Madre de Dios, donde la Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús del Soberano Poder interpretó las marchas ‘Caridad del Guadalquivir’ y ‘Alma de Dios’. Amén de la entrada en el patio de la parroquia con su marcha, de nuevo, para cerrar la procesión.
Inmejorable conjunto del palio
Nadie dudaba de que el palio de Nuestra Señora de la Oliva fuera el mejor para cobijar a la Virgen de la Caridad en su primera salida, dos Reinas de barrio, salidas de las manos del mismo imaginero y vinculadas estrechamente. Pero si a eso le sumamos el manto de la coronación de la Macarena, el conjunto se convierte en un anhelo alcanzado. El resultado final del palio de la Virgen del Domingo de Ramos, en todo su conjunto, con el manto macareno fue de ensueño para todos, «¿es necesario devolverlo?» se preguntaban bromeando los hermanos de la Borriquita.
Un repertorio de calidad y de buen gusto
Sin duda, el repertorio elegido para la ocasión tenía pocos detalles que mejorar. Desde ‘Margot’ a ‘Soleá dame la mano’, pasando por ‘Macarena’ de Cebrián, ‘A mi blanco Dulce Nombre’ o ‘Pasan los campanilleros’, un sinfín de marchas de calidad sonó tras el palio de la Caridad y bajo la batuta de la Banda de Alcalá. Gran detalle el de buscar marchas en recuerdo a las Vírgenes de Alcalá, aunque no estuvieron todas. Momento para saborear y retener en la memoria el de las marchas ‘Reina de la Madrugá‘ y ‘La Madrugá‘ sonando de manera consecutiva en la calle Moreno de Alcalá.
Las mujeres de mantilla, el diálogo final
Desde ver a Iván Rivero o Enrique Pavón, capataces de la Virgen de la Oliva y de la Virgen de la Esperanza respectivamente, mandando en el frontal del paso de palio, a las calles adornadas con flores de papel o la gran cantidad de petaladas que recibió la Virgen. Una tras otra las estampas históricas se fueron sucediendo. Pero la última y definitiva la dibujaron las mujeres de mantilla que acompañaron a la Señora durante todo el recorrido. Con la Virgen bajando la rampa de acceso al templo, todas se pusieron frente a Ella, cara a cara. A saber qué se contaron, cuánto se dijeron con una sola mirada. A saber cuánto se contarán a partir de ahora…
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Vídeo: Sergio Maya